Desde casa he perdido el miedo a las alturas, al menos desde el 6º de mi balcón (eso es todo un logro para mí y mi vértigo incontrolable).
Desde casa hemos hecho piña con los vecinos de arriba a la derecha, «Los del after» (porque siempre nos quedamos después de los aplausos hablando, uno de los mejores ratos del día sin duda).
Desde casa hemos sido los influencers del barrio.
Desde casa he aprendido a gestionar muchas preguntas a la vez.
Desde casa nos hemos puesto en forma.
Desde casa hemos sido peluquerxs.
Desde casa hemos padecido las consecuencias de salir a la compra.
Desde casa hemos cocinado lo que nunca se nos hubiera ocurrido.
Desde casa nos hemos culturizado.
Desde casa hemos cantado himnos hasta cansarnos de ellos.
Desde casa no hemos echado de menos cosas.
Desde casa hemos hecho vídeo llamadas multitudinarias.
Desde casa hemos cantado el cumpleaños feliz.
Desde casa hemos «salido» de cañas.
Desde casa hemos apreciado lo que de verdad importa.
Desde casa seguimos descontando los días para volver a abrazarnos.
En este país en el que la música es un instrumento del que hacemos uso para transmitir lo que sentimos.
Esta situación no podía ser menos.
Se han rescatado clásicos como himno, que no ha dejado de tener sus versiones.
También se ha colaborado para volver a dar voz a los de siempre.
Muchos artistas están invirtiendo sus días de confinamiento para crear.
Para transmitir desde sus casas ánimos.
Hasta para decir lo que hay que hacer.
Y ojito como no les hagas caso que sacan el carácter.
También hemos conocido a nuevos músicos en potencia.
Pero, por lo general, muchos de nosotros buscamos en nuestro baúl de los recuerdos y tiramos de temas que viene combinan muy bien (ésta en honor a mi chico).
Y ésta e mi aportación para no perder la esperanza…