Y seguimos con el cine, pero una versión más animada, ya que desde hace más tiempo de lo que quieren reconocer están cogiendo los clásicos de nuestra infancia y les están dando un toque más realista.
No sé si es que ya está todo inventado…
… Hay que alargar el tirón de su éxito atemporal…
…O que vale realmente la pena personalizar a los personajes animados.
A los animales.
A ambos.
O incluso los inanimados.
Una vez metidos en este percal parece ser que las versiones son rentables porque nos crecen como enanos.
Aunque nos vengan con el mismo cuento.
Aunque llegan a crear tantas versiones que se puede desarrollar una historia completa, con su precuela y secuela, a lo largo de los años.
Maravillosa obra maestra, por cierto.
Y hablando del antes y el después, parece que nos gusta conocer más en profundidad la historia personal de los personajes, aunque sean los malos y haya que tomarse licencias poéticas al final.
Muy recomendable.
Pero parece que nos presta más saber qué pasó con los protagonistas.
Así que si eres de los que Disney sigue en ti y eres de los clásico tengo buenas noticias: este es tu año.
Nos leemos con un cubo de palomitas familiar.