Vamos a ver, dejémonos de formalismos que no llevan a nada.
La carta SIEMPRE hay que escribirla.
Fundamentalmente para evitar sorpresas.
Sobre todo esas que no molan nada.
Con ayuda de una lista compraremos con cabeza, en una época un tanto impulsiva para el bolsillo.
Y así no acumularemos regalos difíciles de gestionar.
Incluso hay detalles que no valen nada y te hacen un buen apaño.
Además, si algo se ha empeñado la publicidad en enseñarnos este año es que lo importante no viene en papel de regalo, esa que curiosamente vive del consumismo.
Y no tiene precio.
Así que el año que viene no te olvides de la carta.
Nos leemos siguiendo los consejos de los Reyes Magos
Es curioso como con el paso de los años se te van quitando las ganas de cantar.
Empiezas ya saturado de felicitaciones.
Te agobia un poco pensar en sacar los adornos, los que tengan de eso.
Ni que decir tiene motar el Belén.
Como que te ahoga el ambiente tan cargado.
Y recargado, con tantas luces por todos lados.
Llámame loca, pero yo no necesito montar una comilona llena de gente para sentir que estoy en familia.
Ni que lleguen estas fechas para sacar tiempo para estar con los míos. Que no somos americanos separados a miles de kilómetros para vernos dos veces al año, por favor.
Pero a pesar de aguar la fiesta.
A todos esos yupis de estas fiestas
Al final siempre vuelves.
Y en mayor o menor medida te contagias de la Navidad.
O, como yo, te quedas con la emoción que sientes cuando ves las caras sorprendidas de tus seres queridos con las sorpresas que les has preparado (y más este año low cost).
Nos leemos en una época, que aunque no venga bien este año, es imposible obviarla. ¡Suerte!